jueves, 23 de diciembre de 2010

El ausente

Va por ti, viejo.
Va por ti y por tu puta ambición al trabajo
y al maldito dinero.
Va por ti...



Nos sentamos a la mesa. Mantel blanco, recien lavado. Las luces enredadas en el arbol, intermitentemente se prendian y apagaban. Los platos esperaban relucientes a que se sirviera la cena. ¿Pollo asado? ¿ensalada de papas? ¿pan crujiente? ¿bebida con hielo?
Y así era. Llega mamá con el pollo asado en el horno, papas con mayonesa, pan crugiente y bebida con hielo.
Los platos reciben generosos la cena preparada con la delicadeza y el amor de mamá. Se sienta. Hace mucho que no se le agradece a Dios por los alimentos, hoy creo que se hara.
No me interesa, en realidad, agradecerle a Dios, a ese dios invisible, que no se muestra, por lo que hay en la mesa. Pero si me llamo la atención, me partio el alma, me hizo cuestionarme una vez más la existencia de dios y me hizo llorar, cuando, en medio de la oración, mi hermanito preguntó: ¿Y donde está el papá?

1 comentario:

  1. Hans,acabo de llegar deprisa y corriendo,tus palabras me han dejado preocupada.

    Vengo, leo y sigo más preocupada.
    Uniendo tus letras en la Orilla y éstas de acá, no sé si he de entender que tu viejo ya no está...

    Si es así, se me ha quedado el corazón helado, y las palabras ahogaditas.

    Yo he estado apunto de perder al mío, al menos en tres ocasiones durante esta maldito año.

    Imagino que esos vacíos, tan difíciles de creer, de asumir, en un principio, hay que dejarlos así, vacíos, para que, poco poco, se vayan llenando de lo que fueron: de la esencia, la sonrisa, la mirada, el tacto, el olor, el recuerdo de esa persona que ya no está...

    Qué más puedo decir, Hans, amigo?
    Darte un abrazo enorme y animarte a que sueltes toda tu rabia, tu llanto o lo que sea que te corroa por ahí dentro. No hay otra. La impotencia nos tiene amordazados.

    Un besote, y ánimo, nunca lo pierdas, tu viejo te estará vigilando...
    ;)

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